El interesante mundo del comportamiento humano y la salud enlazan perfectamente cuando hablamos de la práctica clínica de un fisioterapeuta.
Estamos muy acostumbrados a recibir pacientes con problemas de salud habitualmente relacionados con una experiencia dolorosa que les «obliga» a visitarnos. Y aquí surge el eterno debate entre:
1) Las intervenciones cortoplacistas (y normalmente pasivas) que buscan «arreglar» o «minimizar» el problema.
2) La identificación de un comportamiento perjudicial y probablemente causante del problema por el que consulta esta persona cuya modificación podría (bajo nuestro punto de vista profesional) solucionarlo a largo plazo y mejorar con creces su calidad de vida.
Nos han entrenado para querer cambiar a los pacientes.
Vemos algo incorrecto, imperfecto o que no encaja con nuestra visión profesional y queremos modificarlo con la mejor de las intenciones. Pero, normalmente, con la estrategia comunicativa y de actuación errónea.
❌ Pretender que estén preparados para cambiar cuando puede que ellos estén bien así.
❌ «Todo o nada». Cambios radicales.
❌ No dedicar tiempo automáticamente a aquellos que parecen desmotivados.
Son algunos ejemplos de los errores que cometemos a diario en clínica.
Me gustaría dedicar tiempo a este último punto en este post. ¡Vamos a ello!
¿Qué impacto tiene toda una vida atendiendo pacientes?
Si sumáramos todos los pacientes que atiendes durante una vida… ¿qué impacto tendría a nivel poblacional?
Probablemente poco desde una perspectiva individual.
Es cierto, que si sumáramos la experiencia de todos trabajando en una misma línea, estaríamos hablando de otro impacto, sobre todo, a nivel de visión de la profesión, pero te llevo a donde quiero llegar:
El principal impacto de toda una vida atendiendo a pacientes es la experiencia individual de este proceso.
Con esto me refiero a cómo te sientes tú cada vez que te pones los calcetines largos, cargas las barras y comunicas y justificas cada tarea del programa de recuperación del paciente que tienes delante.
Ya que vamos a estar gran parte de nuestra vida trabajando como fisioterapeutas, ¿qué menos que hacerlo con personas que confíen en nosotros?
✅ Con personas que valoren tu trabajo y dedicación.
✅ Con personas que perciban muchos beneficios de la interacción contigo.
✅ Con personas que den sentido a tu labor profesional.
¿Tiene sentido querer cambiar a las personas?
Ésta es otra cuestión que aparece recurrentemente en mi cabeza.
He tenido experiencias de los dos tipos:
1) Por un lado, pacientes escépticos sobre mi forma de trabajar que acaban confiando en mí A MUERTE, que me recomiendan a todos sus clientes, familiares y amigos allá donde van.
2) Y pacientes que; por mucho intentar hacer una gestión biopsicosocial de su caso, incrementar su confianza en el cambio, mejorar la importancia que le dan a ese cambio y, en consecuencia, buscar un estado preparatorio mayor; no hay manera y acaban abandonando.
Si tengo un techo de pacientes ¿por qué no trabajar con los que quieren?
Cuando estamos empezando en la andadura a nivel privado es normal que luchemos por adherir y gestionar a todos los pacientes que acuden a consulta. Sea cual sea su estado preparatorio para el cambio o confianza en nuestro trabajo y figura profesional. Pero… ¿qué ocurre cuándo existe un flujo de pacientes que roza tu techo?
¿Tenemos que trabajar con todo el que venga?
¿Podemos elegir a aquellos con un estado preparatorio óptimo para conformar ese grupo que dé forma a tu jornada laboral?
¿Por qué deberíamos trabajar con personas que no están preparadas para cambiar pudiendo hacerlo con las que sí?
Estas preguntas no me posicionan de un lado o de otro.
Simplemente me surgen y las plasmo aquí para hacernos más conscientes de lo que pasa y de las elecciones que tenemos en nuestro día a día.
Esto me dirige en línea recta a esa concepción de que «todos tenemos derecho a la salud».
La salud del que quiere cambiar y confía en mí vale lo mismo del que no confía en mí y/o no está preparado para cambiar.
¿Mi elección de ayudar a uno u otro quebranta este precepto?
¿O es algo perfectamente entendible cuando hablamos de las relaciones terapéuticas, el pronóstico de los pacientes y el disfrute profesional en el ámbito privado?
La escala poblacional y la clínica real. La trinchera.
Cuando hablamos de poblaciones y de estudios no podemos abrir una brecha entre «sí quieren» o «no quieren». «Sí confían» o «no confían». Está claro que hablaríamos de un sesgo que altera los resultados de cualquier estudio.
Pero cuando hablamos de clínica, de empresa, de trinchera, de sostenibilidad como profesional la cosa cambia, ¿o no?
¿Tú prefieres trabajar con alguien que va a muerte contigo o con alguien que choca y cuestiona de forma desconfiada tu trabajo constantemente?
Fisioterapia y querer ayudar a todo el mundo… ¿a qué precio?
Tenemos una profesión cuyo principal objetivo es (o debería ser) AYUDAR a las personas.
¿Ayudar a las personas significa ayudar a «todo el que nos consulta»?
La acción de ayudar tiene lugar independientemente de que no podamos hacerlo con «todo el mundo».
Las barreras económicas son evidentes y las tenemos normalizadas en el ámbito privado. Si el paciente no nos puede pagar no podemos ayudarlo.
Las barreras preparatorias son un cliché, si el paciente no está preparado o no confía en mí ¿sí debo insistir en cambiarle?
Las tribus se crean porque se alinean con la visión del mundo de sus líderes… ¿con los pacientes no sería lo mismo?
Cuando leemos y nos formamos en liderazgo la principal regla es que no podemos esperar «caer bien a todo el mundo». De hecho, desear esto suele hacernos invisibles.
Mostrar nuestra forma de ver el mundo nos posiciona. Y posicionarse hará que algunos te amen, otros te odien y que otros pues simplemente se muestren indiferentes.
Yo combino y superposiciono este pensamiento del área del liderazgo y del marketing a nuestra labor profesional y pienso…
¿Tú quieres que tus pacientes te amen, te odien o que simplemente te vean como un fisio más?
Pasármelo bien, sentirme valorado, percibir que mi tiempo mejora la vida de otras personas y, en definitiva, sentir cariño, amor y aprecio de otro hacia mi trabajo es prioridad.
¿Imaginas a Starbucks intentando convencerte de que te bebas su café?
Llevemos la reflexión hacia los cafés: Starbucks vende cafés que rondan los 5-6€.
Su CEO tiene tiempo, recursos y energía para dedicarle a la venta del producto.
¿En quién lo invierte?
¿En el/la que va a la cafetería del pueblo y paga 1€ por el café?
¿O en aquellos que aman su producto y pagan ese precio porque lo valoran?
¿En mejorar la forma de entregárselo a aquellos que lo aman?
¿En llegar mediante publicidad a compradores similares a los perfiles que ya lo conocen?
Desde lo filosófico te llevo a la empresa…
Las empresas hacen números. Y hacer números no es dejar de pensar en las personas.
De hecho, hacemos números para poder seguir ayudando a las personas de la mejor manera posible.
Una empresa de fisioterapia no ofrece técnicas manuales, ni invasivas, ni ejercicios… lo que ofrece son soluciones.
Si la empresa soluciona los problemas de las personas con las que trabaja, las personas la hacen sostenible y le echan gasolina (dinero y mucho más) para que sigan caminando.
¿Qué paciente va a echar más gasolina a tu empresa?
A) El que desconfía de tu trabajo, directamente no quiere cambiar o no conecta contigo.
B) El que ama tu trabajo, confía en ti y necesita cambiar.
Elegir es parte de la vida
¿Imaginas un mundo donde pensaras que debes darle una oportunidad a cada mujer/hombre que se te acerca a ver si puede ser tu pareja?
La fisioterapia es parte de tu vida y hay que pasarlo en grande.
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Rodrigo G. Azcona.
Phytsio.